El moho, un problema para los pulmones que se agrava en otoño

El verano toca a su fin. Y, con ello, regresan a muchas zonas de España la lluvia y la humedad, que preocupan a tantos pacientes respiratorios. El moho, que necesita de esa humedad ambiental para crecer, es uno de los principales alérgenos presentes en espacios interiores y puede provocar inflamación en los pulmones de personas con especial sensibilidad, como es el caso de las que sufren Déficit de Alfa-1 Antitripsina (DAAT).
Hay muchas variedades de moho, en realidad centenares de miles. Solo unas pocas suelen provocar problemas de salud, aunque, por desgracia, se encuentran entre los más comunes. Alternaria, Cladosporioum, Aspergillus y Penicillium son cuatro de las más habituales. Su distribución geográfica es enorme, puesto que se pueden encontrar casi en cualquier país del mundo. El moho es, además, acompañante habitual de los ácaros, que también generan problemas de salud, principalmente alergias.
¿Qué patologías respiratorias provoca el moho?
En realidad, lo que provoca problemas respiratorios son las esporas a través de las que se reproducen estos hongos. Al introducirse en el cuerpo pueden causar desde molestas alergias a inflamaciones más graves. En el caso de la alergia al moho, esta provoca en quienes la padecen los síntomas típicos de la rinitis alérgica: picor, congestión nasal y mucosidad, tos y estornudos, picores en ojos, garganta e incluso oídos…
Sin embargo, no son estos los únicos inconvenientes que el moho puede provocar. En pacientes respiratorios, aspirarlo puede facilitar la aparición de crisis de asma o agravar patologías previas como la epoc. En el caso de personas especialmente sensibles, la tos puede ser fuerte y acompañarse de falta de aire, sensación de opresión en el pecho o sibilancias. Incluso se pueden dar casos de inflamación del tejido pulmonar (neumonitis o bronquitis) por la inhalación de pequeñas partículas; es el caso de la aspergilosis, debida a la aspiración de esporas de Aspergillus y capaz de desembocar en peligrosas infecciones pulmonares.
En el caso de los pacientes con DAAT, estas infecciones son especialmente preocupantes. Sus pulmones no cuentan con la protección de la proteína Alfa-1 Antitripsina, cuya función es antiinflamatoria. Por ello, es fundamental que se mantengan alejados, en la medida de lo posible, de las zonas en las que pueda crecer el moho, que, por desgracia, son muchas y variadas.
¿Dónde crece el moho?
El moho puede crecer en numerosas superficies domésticas: sótanos poco ventilados, cuartos de baño, paredes con manchas de humedad, materiales textiles, construcciones antiguas, segundas residencias que apenas se abren… Incluso se pueden encontrar en alimentos en mal estado o en los sistemas de aire acondicionado.
Vivir en un lugar con mucha humedad es el primer factor de riesgo para sufrir complicaciones a causa del moho, aunque también hay que prestar atención al lugar de trabajo. La herencia genética también juega su papel: si en tu familia hay antecedentes de alergia o de asma, es más probable poder desarrollarla.
Prevenir la aparición de moho
Porque la prevención es posible, pero complicada. La mejor forma de evitar los problemas que provoca el moho es, como parece lógico, alejarse de aquellos lugares en los que se localiza. No es fácil, dado que estos organismos crecen en casi cualquier lugar.
Sin embargo, sí existen algunas operaciones que se pueden llevar a cabo para dificultar su aparición.
- Vigilar las filtraciones domésticas y repararlas cuanto antes.
- Vigilar y reparar la pintura dañada por la humedad.
- Ventilar el domicilio con regularidad. Si la ventilación natural no es posible, se pueden instalar sistemas de ventilación mecánica que palien el problema.
- Ventilar los baños después de ducharse y las cocinas después de utilizarlas.
- Emplear deshumidificadores o incluso equipos purificadores del aire si la ventilación no es suficiente.
- Evitar textiles como alfombras en estancias propensas a acumular humedad.
- Lavar, desinfectar o sustituir los textiles cercanos a zonas con humedad (por ejemplo, fundas para cojines, ropa de cama, juguetes…).
- Cambiar con frecuencia los filtros de deshumidificadores, calderas o aparatos de aire acondicionado.
- Limpiar con regularidad las zonas en las que pueda crecer el moho.
- Limpiar o reciclar periódicos y libros viejos, que suelen enmohecerse con el paso del tiempo.
- Sacar con frecuencia la basura o tirar cualquier producto que pueda generar moho.
¿Cómo limpiar el moho?
Si el moho ya ha aparecido, no quedará más remedio que limpiarlo a fondo. Estos son algunos consejos para que la limpieza sea más efectiva y segura.
- Usar protección mientras se limpia: guantes, mascarilla, gafas aislantes…
- Abrir todas las ventanas posibles mientras se trabaja y dejarlas abiertas al finalizar, para ventilar completamente la estancia.
- Limpiar con agua y detergente y secar en cuanto sea posible.
- Leer bien las instrucciones de los productos de limpieza y no mezclarlos. Por ejemplo, la mezcla de amoníaco y lejía puede provocar vapores muy tóxicos.
- Si es posible, elegir productos naturales y que no sean potencialmente tóxicos. Jabones neutros, ácido acético o bicarbonatos son buenas alternativas frente a otras propuestas que contienen contaminantes en spray y con compuestos orgánicos voláties. Este podcast de Fenaer te ayudará a diferenciarlos.
- En el caso de que las superficies necesiten ser pintadas, hay que limpiarlas y secarlas muy bien antes de aplicar la pintura. Cubrir el moho no servirá sólo para enmascararlo y que vuelva a aparecer al poco tiempo.
Referencias:
European Lung Foundation: El moho y la humedad
European Lung Foundation: Pulmones y la contaminación atmosférica en espacios cerrados
Fundación BBVA: El libro de las enfermedades alérgicas
Centers for Disease Control and Prevention: Fungal diseases
Mayo clinic: Alergia al moho
Centers for Disease Control and Prevention: 8 consejos para limpiar el moho