Nuestros ángeles


Loly

Marta Gómez, paciente deficitaria de Argentina, escribe estas palabras en recuerdo de Loly. “Me llamó una noche, estaba nerviosa, recién se había enterado de su diagnóstico y que su carga genética la heredarían sus hijos y nieto… Ella me parecía frágil, amable pero desbordada por la misma noticia que me había tocado recibir unos años antes. Las dos casi de la misma edad y madres de 3 hijos casi de las mismas edades… Y allí comenzó una hermosa relación que mantuvimos vía telefónica, por mensajitos al celular y por mail. Al cabo de un tiempo me contó que había estado muy mal, el médico que la atendía en Mendoza no se comunicaba con el Dr. en Buenos Aires y su medicación me pareció inadecuada. Este profesional no aceptaba darle los broncodilatadores correctos, por lo que le aconsejé consultar con nuestro médico, el mismo que le había hecho el diagnóstico y concertar una cita en Buenos Aires en su consultorio. Encontrar la medicación adecuada y cambiar de profesional en Mendoza la hicieron volver a ser la persona activa y solidaria que era. Ocuparse de sus padres, de su hermano que por aquella época se dializaba casi día por medio esperando un trasplante renal. Comenzó a disfrutar de su vida, de su nieto Mateo que estaba por cumplir 1 año… Su vida con sus hijos, su familia de origen como llamaba a sus padres y hermano…su relación con su esposo, con sus amigas, todo pareció dar un vuelco favorable, se alejaron los fantasmas, empezó a salir, a hacer ejercicio, a tener menos miedos. Luego le di las coordenadas del patio, que es como llamamos al Grupo de Alfas Hispanos mediante el que nos relacionamos pacientes de uno y otro lado del océano. Le expliqué que era un grupo de personas que habían formado una asociación y creado un foro en el que uno se podía sentir mejor que en casa, porque suele ocurrir que a la familia no le gusta escuchar nuestros problemas… Allí se sintió como pez en el agua. En poco tiempo estableció una amistad sincera y profunda, a tal punto que estaba planificando un viaje para ir a conocerlos, tenía pensado ir con su marido o su hija. Como su ritmo de vida se incrementaba debido a problemas de salud de sus padres y porque Daniela se mudó a Mendoza Capital para estudiar, Loly recorría muchos kilómetros desde la finca de los padres a la ciudad a ver a la hija. Estos trayectos los realizaba en la altura, si bien es la ladera de la montaña, cuando la altura se aproximaba a los 1000 metros notaba la falta de aire. Este ajetreo la agotaba, por lo que realizó una consulta al médico en Buenos Aires. El doctor le recomendó el uso de oxígeno. Para otra persona esto hubiera sido una catástrofe, ella lo tomó como un elemento necesario y sin cuestionar absolutamente nada, cargó su mochila con una sonrisa, dejó la angustia en Buenos Aires y siguió adelante, dándonos ánimo ella a nosotros que tratábamos de disimular esta situación, que para todos es una piedra a sortear… cuando nos llega el momento. Y así continuó de aquí para allá, ocupándose de todos sus seres queridos, feliz de vivir cada día y sin descuidarnos a nosotros escribiéndonos correos multicolores y archivos repletos de palabras hermosas, sanos consejos y bellos paisajes. Luego supo que sería abuela de una nena…estaba muy feliz y como había mucho que festejar y se acercaban las fiestas de fin de año, en diciembre del año pasado resolvió organizar fin de año en Mar del Plata con toda la familia! Ya había decidido que ése era su lugar en el mundo, al lado del mar se sentía muy bien y no necesitaba usar oxígeno…lo comprobó en una visita anterior donde disfrutó de unos hermosos días junto a Daniel y dos anfitrionas muy queridas: Susana y Victoria. Y allí andará, entre Mendoza y Mar del Plata, entre sus amores y su lugar especial… Al recordarla me cuesta reconocer que no se fue sola, porque con ella también se fue Daniela, hermosa y joven, llena de vida, de proyectos… No puedo evitar esta tristeza, solo puedo decir que tuvimos el privilegio de conocer a una persona que, lejos de ser frágil, demostró una entereza que espero poder imitar cuando las circunstancias así me lo requieran. Con una amplia sonrisa te conocí y así deseo recordarte, querida amiga.